Los antiguos persas debatían dos veces cada idea, una sobrios y otra borrachos.
La antigua Persia fue una de las civilizaciones más influyentes y poderosas de la historia, que dominó gran parte de Asia occidental y central durante más de mil años, desde el siglo VI a.C. hasta el siglo VII d.C. Los persas fueron famosos por su arte, su arquitectura, su religión, su ciencia, su literatura y su política, pero también por su peculiar forma de tomar decisiones.
Según nos cuenta el historiador griego Heródoto, que vivió en el siglo V a.C. y escribió la primera gran obra de la historia occidental, los persas tenían una costumbre muy curiosa: debatían todas las cuestiones importantes dos veces, una vez estando sobrios y otra estando borrachos. ¿Por qué hacían esto? Porque creían que la idea tenía que ser buena en ambos estados para ser considerada válida y prudente.
Heródoto nos relata que los persas "cuando tienen que deliberar sobre algún asunto grave, lo hacen siempre dos veces: una vez estando borrachos y otra estando sobrios. Lo que aprueban estando borrachos lo vuelven a examinar al día siguiente estando sobrios; y lo que aprueban estando sobrios lo vuelven a examinar estando borrachos" (Historias, libro I, capítulo 133).
Esta práctica tenía una lógica muy interesante: los persas pensaban que el vino les ayudaba a liberar su mente de las inhibiciones y los prejuicios, y les permitía expresar sus opiniones más sinceras y creativas. Por otro lado, la sobriedad les ayudaba a analizar las ideas con más rigor y cautela, y a evitar los errores y las exageraciones. Así, combinando ambos estados, los persas buscaban el equilibrio perfecto entre la pasión y la razón, entre la imaginación y la realidad.
¿Qué te parece esta forma de deliberar? ¿Te atreverías a probarla? ¿Crees que es una buena manera de encontrar las mejores soluciones a los problemas? Quizás los antiguos persas tenían algo de razón al decir que "en el vino está la verdad", pero también sabían que la verdad no es suficiente, y que hace falta también la prudencia. Por eso, no se conformaban con una sola opinión, sino que la contrastaban con otra diferente, para así llegar a un consenso más sólido y duradero.
La antigua Persia nos ha dejado un gran legado cultural, que podemos admirar en sus monumentos, sus textos, sus creencias y sus costumbres. Pero también nos ha dejado una lección de sabiduría, que podemos aplicar a nuestra vida cotidiana: que antes de tomar una decisión importante, debemos escuchar todas las voces, tanto las que nos emocionan como las que nos hacen pensar, y que solo así podremos encontrar la mejor idea posible.
